Retos A La Investigación De Comunicación En América Latina


J. Martín Barbero
1. Desde dónde hacemos investigación
Los años 80 se inician con un claro reflujo de la utopía revolucionaria y un marcado retorno de fuerzas conservadoras. Y ello tanto en los Estados Unidos como en los países más vanguardistas de Europa. Mientras, en América Latina se inicia un proceso de transición de las dictaduras hacia formas de “democracia controlada” al tiempo que en las viejas democracia se endurece la represión. Sólo Centroamérica parece ir contracorriente: los levantamientos populares retoman el proyecto y el idioma de la revolución, pero esos levantamientos están siendo duramente controlados, cercados económica y políticamente. Y toda Latinoamérica vive un "estado de emergencia permanente" en el que, como afirma M. Piccini, “las formas coercitivas de dominación deberán necesariamente cubrir las debilidades de las instituciones civiles incapaces de establecer un marco normativo común”. En los últimos años el conflicto entre el carácter internacional de la estructura económica y el carácter nacional de esfera política se ha tornado insoluble. Pero a su vez se ha convertido, paradójicamente, en una de las claves de la retórica de los dictadores, retórica con la que se trata de mistificar el hecho de que son cada vez más trasnacionales las que dictan las normas que deben adoptar las políticas nacionales.
Este contexto replantea las condiciones de trabajo del investigador en ciencias sociales, y en particular en las áreas de la comunicación masiva. Tres aspectos me parecen especialmente relevantes de ese nuevo contexto.

Primero: En el campo de la investigación las tácticas de dominio están cambiando. La "derecha” ha comenzado a perder el asco a ciertos temas, le está robando algunos de sus más preciados "objetos" y los están sometiendo a una operación de lavado y neutralización y la descontextualización son colocadas como condiciones para la objetivación, es decir, para que esta problemática pueda ser “tratada científicamente”. Así, la problemática de la penetración y la dominación cultural es convertida en la del intercambio o las relaciones interculturales, la problemática del nuevo orden informativo en la de la puesta al día de las técnicas y las comunicadores -porque la causa del desequilibrio informativo estaría en la baja preparación técnica y profesional del tercer mundo-, la problemática de la comunicación, participación o alternativa es trasformada en la de esos nuevos medios que por si mismo van a permitir a los receptores convertirse en emisores.
No pocos empiezan a sentir la confusión. Los campos de luchan no están ya tan deslindados como hacen algunos años. Y en muchas ocasiones no está nada claro el sentido, es decir al servicio de quién o de qué se está trabajando. La época de las grandes denuncias -siempre necesarias- parece dejar el paso a un trabajo más oscuro pero no menos arriesgado y difícil: la lucha contra la amalgama ecléctica y funcionalización de la crítica, la lucha contra un neopositivismo ambiente que vuelve a oponer, ahora más ladina y sofisticadamente, el trabajo científico al trabajo político. Y todo ello abonado por el desencanto, la división y la confusión que mina a las diferentes izquierdas.

Segundo: Las nuevas tecnologías de la comunicación son presentadas y recibidas, como la matriz de un nuevo modelo social, de una pseudo-utopía, con la que el capitalismo conjura su crisis y pretende salvarse esta vez. Aunque se tratará de esto más en detalles, como uno de los campos estratégicos a investigar, dejemos planteado el aspecto que más interesa. Para una reflexión crítica que sigue seriamente amarrada a una a una concepción instrumentalista de la técnica el peso histórico entramado político de esas tecnologías, la racionalidad que ellas materializan, se escapa, desaparece. O fascinación o rechazo maniqueo. Cuando lo necesario y urgente es la puesta en relación de las “posibilidades” que esas tecnologías ofrecen con el modelo de sociedad en que se inscribe. No para rechazarlas sino para comprender su verdadera configuración y su alcance en el mantenimiento de las actuales estructuras sociales y de los “cambios” que indudablemente acarrean.

Tercero: La cada día más estrecha y más específica articulación económico-política de las comunicaciones con el proceso social global. En el plano económico “las comunicaciones están penetrando hasta el corazón del trabajo y del sistema productivo" (S. Hall), no sólo por el aporte fundamental de los medios al proceso de valorización del capital sino por el papel que la información juega ya en cuanto materia prima de cualquier producción e incluso redefinidora de los procesos mismos de producción. En el plano político las nuevas comunicaciones, resultantes del encuentro de la telecomunicación con la informática, vienen a replantear seriamente la función y relaciones del Estado, especialmente del Estado y los Medios, a partir del control que unas pocas trasnacionales ejercen sobre la investigación y la producción en este campo. Es todo el modelo democrático occidental el que está siendo afectado por la dirección en que marcha la “sociedad informatizada”.

2. La persistencia de la teoría negada y la esquizofrenia que alimenta
Tema-trampa la problemática del hacer teórico sigue mirándose en América Latina como algo sospechoso. Desde la derecha porque hacer teoría es un lujo reservado a los países ricos y lo nuestro es aplicar, y consumir. Desde la izquierda porque los problemas “reales”, la brutalidad y la urgencia de las situaciones no dan derecho ni tiempo al quehacer teórico. Y sin embargo la teoría es uno de los espacios claves de la dependencia. Ya sea a través de la creencia en su neutralidad-universalidad o en la tendencia a vivir de las modas, a buscar las herramientas teóricas no a partir de los procesos sociales que vivimos sino desde un compulsivo reflejo de estar al día. Pero la dependencia no consiste en asumir teorías producidas  “fuera”, lo dependiente es la concepción misma de la ciencia, del trabajo científico y su función en la sociedad. Como en otros campos también aquí lo grave es que sean exógenos no los productos sino las estructuras mismas de producción.
La investigación crítica en ciencias sociales, y particularmente en lo que se refiere a la comunicación masiva, se ha definido casi siempre en Latinoamérica por su ruptura con el funcionalismo. Pero quizá esa ruptura ha sido más afectiva que efectiva. Al funcionalismo se lo descalifica "en teoría" pero se sigue trabajando desde él en la práctica. Con frecuencia se ha roto solamente con su jerga pero no con la racionalidad que los sustenta. Y así seguimos atrapados en su "esquema". Primero fue el mensaje contra los efectos. Después el receptor contra el mensaje, que era una manera de volver a los efectos pero “dinamizados”. Y al fondo, y más allá de las proclamas, la vieja dicotomía ideología / técnica escamoteando la materialidad y la peculiaridad de los procesos. Como escribí en otro lugar, el instrumento funcionalista, por más que se revista de la terminología marxista, no puede romper con el verticalismo y la unidireccionalidad del proceso comunicativo pues se alimenta de ellos. Como lo ha demostrado bien dolorosamente la experiencia chilena y la concepción consumista de la cultura que sostuvo gran parte de la izquierda. El esquema funcionalista no racionaliza quizá únicamente el proceso de dominación del capital sino también otras formas de lo político, de ejercicio del poder, que subsisten pertinaces en su “negación”. Porque lo que el modelo funcionalista impide pensar es la historia y la dominación, precisamente lo que él racionaliza, es decir, oculta y justifica. Lo que no cabe definitivamente en ese modelo es la contradicción y el conflicto. De manera que la verticalidad y la unidireccionalidad no son efectos sino la matriz misma del modelo, su matriz epistemológica y política. Y es importante señalar que esa matriz sigue viva en la complicidad que con ella mantiene la lingüística estructural al descartar del análisis el espesor histórico-social del lenguaje, esto es a dejar por fuera la complejidad y la opacidad del proceso, todo aquello que excede y subvierte el tranquilo ir y venir de la información, todo aquello que es huella del sujeto histórico y pulsional, todo aquello que es poder, control o fiesta en la comunicación.
La persistencia de esa teoría alimenta una particular esquizofrenia. Esquizofrenia que se hace visible en tantas investigaciones que se proclaman críticas, con una concepción totalizadora de lo social, pero cuyo método, cuya práctica analítica fragmenta lo real e impide conocer aquello que inicialmente se planteaba como objeto. Atención porque el problema no se sitúa en el ámbito de lo "subjetivo", no es un problema de error de los investigadores. Esa esquizofrenia nos remite otra vez a la concepción instrumentalista de los métodos y las técnicas, que es la predominante en nuestras universidades través de esos cursos de Método en lo que se enseña “funcionalismo-marxismo-estructuralismo”. Y en los que los métodos se estudian desvinculados de la historia, de los problemas y las disciplinas en que se gestaron, convertidos en recetarios de técnicas, en fetiches cuyo rigor interno -conferencia formal- puede garantizar la verdad de lo encontrado más allá y por fuera de las condiciones sociales del problema que se investiga, o cuya verdad interna puede llegar a suplir la observación atenta y rigurosa de los datos y los procesos empíricos.
Esa esquizofrenia se plasma, por un lado, en la tendencia al teoricismo, confundir investigación con especulación, en la tendencia a un discurso vago y generalizante con el que se trata de tapar no solo la falta de trabajo empírico sino también el escapismo político: hacer investigación para no tener que pasar a la acción, o mejor, se hace un tipo de investigación que no nos involucre, una investigación generalista que no exija "práctica" alguna, porque investigando lo particular, sobre lo que es posible intervenir, se corre el riesgo de descubrir no solo argumentos para “criticar” el sistema sino herramientas para transformarlo. Pero esa esquizofrenia se plasma también en la falta de producción y la abundancia de reproducción, en la ausencia de creatividad y la abundancia de divulgación. Que es otra forma de escapismo, escapismo al riesgo de abrir brechas nuevas en nombre de un pragmatismo positivista y chato que relega la imaginación a la esfera de lo artístico, de lo literario, desterrándola del trabajo científico del quehacer teórico. Pragmatismo que se alimenta de aquella concepción epistemológica según la cual investigar se reduce a operativizar un modelo, a aplicar una fórmula, y en la que la objetividad se confunde con la estadística.
Frente a esa concepción instrumentalista es necesario hacer hoy hincapié en que un método no es sólo una herramienta para abordar un objeto-problema, es también un punto de vista sobre el objeto que impide o posibilita que algo sea considerado problema. De manera que no se puede hablar en abstracto de que un método es más eficaz que otro, y que habrá que introducir esas incómodas preguntas: eficaz para qué y para quién?. Qué es lo objetivable desde ese método, qué instancias, qué dimensiones de lo real pueden convertirse en “objetos” de conocimientos, en problemas?. Porque si, por ejemplo, lo único investigable desde de un método es lo medible cuantitativamente, o lo que se ve, todo el resto de “lo real” queda automáticamente descartado como no objetivable. Y de ese modo lo posible, el conflicto, el cambio, lo imaginario y lo simbólico -eso que desde Marx y Freud forman el campo de lo real histórico y de lo pensable- quedan definitivamente fuera del análisis.
Dos ejemplos en el campo de la comunicación masiva. El método desde que las transformaciones culturales son vistas y reducidas a efectos de los medios, a efectos aislables y medibles, no sólo deja de lado por no objetivables del contexto social más eficaces que los mismos medios, sino que incapacita para comprender y abordar los procesos culturales en cuanto a procesos sociales multidimensionales y de largo alcance, esto es no cuantificable puntualmente. Y con ello es toda la problemática de la articulación entre sistema de producción y relaciones de poder lo que es radicalmente descartada. Y el descarte de esa articulación lo es de cierta mediaciones como por ejemplo la inscripción de la violencia televisada en la espectacularización de la vida cotidiana realizada por la TV, y su relación con la mercantilización del tiempo libre, del ocio. Pero empeñados en encontrar efectos inmediatos y directos sobre los comportamientos, es decir incapaces de aceptar otro tipo de relación social, muchos investigadores siguen sin comprender que la eficacia del espectáculo televisivo, como la de cualquier ritual, no es atrapable ni medible según el esquema estímulo-respuesta.
El otro caso que quiero reseñar es el de la incapacidad de las entrevistas y los cuestionarios tradicionales para abordar la actividad de decodificación que realizan los diferentes grupos sociales al “leer” los mensajes de los medios. Como más adelante se va a retomar esa problemática señalo únicamente que esa incapacidad no es un mero problema técnico sino que tiene que ver con la matriz epistemológica y política del modelo al que antes aludía, y según el cual la actividad  - la producción, la palabra- se halla solamente del lado del emisor, y del lado del receptor solo hay pasividad o reacción -la escucha, y el consumo-.
Los diferentes métodos delimitan campos de objetos, y esa delimitación funciona como mediación de unas determinadas condiciones sociales , -y de unos determinados proyectos políticos -. Y es a esas condiciones a las que es necesario remitir el valor y el alcance de una investigación. Teniendo en cuenta que la relación del método al objeto plantea no sólo la mediación de lo social global sino también esas otras mediaciones sociales particulares que van desde la situación política por la que atraviesa un determinado país hasta las instituciones que posibilitan-limitan, la investigación, la división social del trabajo y las ideologías profesionales, etc. Pero sin que la asunción de esas mediaciones implique, por ejemplo, aceptar el chantaje epistemológico que significa el hacer de la especialización una justificación de la fragmentación de lo real.

3. Ciertas rupturas y los desplazamientos que implican
Las rupturas de que voy a hablar no son meras rupturas teóricas, son más bien las implicaciones teóricas del acontecer que vivimos, las huellas que en el espacio del quehacer teórico y metodológico están dejando ciertos desplazamientos en lo político.
Comencemos por la ruptura con lo que Mattelart ha llamado la “contrafascinación del poder”, ese funcionalismo de izquierda según el cual el sistema se reproduce fatal, automáticamente y a través de todos y cada uno de los procesos sociales. Concepción alimentada desde una teoría funcionalista de la ideología -por más marxista que ésta se proclame y de una mitificación del imperialismo a través de lo cual, tratando de rescatar la unidad global de la dominación, se acabó cayendo en la atribución al poder o al imperialismo de una omnipotencia, de una ubicuidad y una omnisciencia completamente míticas. Frente a ese fatalismo en últimas paralizante, desmovilizador, estamos comenzando a comprender que si es cierto que el proceso de acumulación del capital requiere formas cada vez más perfeccionadas de control social y modalidades cada vez más totalitarias, también lo es la pluralización de las contradicciones del poder. Estamos comenzando a romper con la imagen, o mejor con el imaginario, de un poder sin fisuras, sin brechas, sin contradicciones que a la vez lo dinamizan y lo tornan vulnerable.
Se trata, tanto en la teoría como en la acción política, de un desplazamiento estratégico de la atención hacia las zonas de tensión, hacia las fracturas que, ya no en abstracto sino en la realidad histórica y peculiar de cada formación social, presenta la dominación. Lo cual permite además empezar a valorar todas y cada una de las luchas que hacen explícita la pluralización de las contradicciones, desde la ecología hasta los movimientos de liberación femenina. En ese desplazamiento juega un papel fundamental la nueva concepción del Estado que está abriéndose camino y con la que se intenta dar cuenta tanto de las nuevas contradicciones a que le enfrenta el desarrollo de las multinacionales como por su intervención extendida hoy al conjunto de la vida cotidiana y la consiguiente politización de esa esfera social. En todo caso se rompe con una concepción instrumentalista del Estado “gendarme” y monolítico, ciegamente al servicio de la clase dominante, para dar paso a una visión del Estado lugar de lucha y de conflictos específicos en las relaciones de poder.
La otra ruptura clave se produce en la toma de conciencia de la actividad de los dominados en cuanto cómplices de la dominación pero también en cuanto sujetos de la decodificación y la réplica a los discursos del amo. Respecto a la dimensión de complicidad es toda la problemática del mal llamado "receptor" la que está siendo replanteada radicalmente “por qué soportan los hombres desde siglos la explotación, la humillación, la esclavitud, hasta el punto de quererlo no solo para los demás sino para si mismos?”(Dehuze). Esto es, poniendo en juego qué contradicciones la dominación es también actividad y no sólo pasividad resignada en el dominado? Qué en el dominado trabaja a favor de su dominación? Y lo que van poniendo en claro esas preguntas es que sólo si la opresión es asumida como actividad del oprimido, sólo si se desmonta la complicidad del dominado, será posible romper con las diferentes formas de populismo y comprender que la liberación es problema del oprimido, que es en él que se encuentra las claves de sus liberación.
Esta perspectiva es fundamental la investigación de los medios masivos ya que esa complicidad, desde y en el imaginario colectivo, es la materia prima con que trabajan los Medios, ya que en ellos las esperanzas de las masas populares son cotidianamente atrapadas y vueltas contra esas mismas masas.
Pero no solo hay complicidad, también hay resistencia, y réplica. Es nuestro sofisticado instrumental de análisis el que no está hecho para captar esa actividad. Apenas estamos comenzando a sentir la necesidad de desplazamiento metodológico que nos de acceso a lectura que los diferentes grupos populares llevan a cabo. Lectura en que tratan de abrirse camino otras voces, una palabra que introduce “ruido” y que burla y subvierte a su modo relaciones de poder. Y ese “a su modo” está indicando la existencia de otra “gramática”, de otra lógica en la producción de sentido, en la actividad de deconstrucción que se realiza en la codificación. Con lo que esto implica a  su vez de reto a la imaginación metodológica para poner a punto unos procedimientos que no dejan por fuera esa actividad, como lo hacen irremediablemente las entrevistas y los cuestionarios a que estamos acostumbrados que esos cuestionarios. Por esos cuestionarios llevan inscrita en la pregunta la posibilidad de la respuesta y sólo esa, pero en ellos no cabe una respuesta que se erija a su vez pregunta y cuestione el lugar y el poder desde el que es formulada. Porque además la actividad de decodificación no es abordable directamente sino sólo a través del reconocimiento de las huellas que en la lectura dejan ciertos procesos que tienen lugar a otro nivel, en el de la "estructura profunda", esto es en el de la experiencia vital y social de esos grupos.
Esas rupturas-desplazamiento están indicando un avance importante en dos direcciones: una que busca ubicar históricamente los procesos y los productos de la "cultura masiva" por relación a las culturas populares, y otra que busca contextualizar lo que se produce en los medios por relación a los demás espacios de lo cotidiano. De la relación cultura masiva / culturas populares voy a trazar algunas líneas en el parágrafo siguiente. Respecto a la segunda dirección me refiero a algunos espacios claves: el barrio como nuevo lugar de lucha por la identidad de los grupos populares -identidad cultural, política, etc.-; la calle como lugar de una violencia particular con el circuito inseguridad-represión y las diferentes formas de presencia de lo policial; los mercados y su peculiar articulación entre imaginario mercantil y homogenización cultural la escuela, la familia, etc. Tanto una como otra dirección exigen profundos replanteamientos metodológicos sin los cuales será imposible ir más allá de la manida retórica de la interdisciplinariedad. Y una pista, que me parece especialmente representativa de ese replanteamiento, es la señalada por los trabajos de sociología de la cultura que están llevando a cabo algunos investigadores ingleses de la comunicación como R. Willians, S. Hall, G. Mardoc. Se trata de una reflexión que retorna la problemática de la “industria cultural” pero liberándola de su sesgo apocalíptico  y planteando como clave una nueva relación entre cultura y mercancía, una reconceptualización de los condicionamientos de lo cultural que define la determinación social ya no en términos de contenido sino de fijación de límites y de imposición de demarcaciones. De otra parte la contribución de los Medios a la valorización del capital y su rol en la producción y distribución de cultura es especificada a través de su nuevo oficio en cuanto "productores de audiencia" y generadores de pautas de consumo.

4. Nuevos campos estratégicos
Tres campos de investigación en comunicación se configuran actualmente como estratégicos: el orden o estructura internacional de la información, el desarrollo de las tecnologías que fusionan las telecomunicaciones con la informática, y la llamada comunicación participativa, alternativa o popular.

La estructura trasnacional de la información.
Es este un campo en el que los investigadores latinoamericanos están siendo pioneros y en el que su aporte está siendo fundamental tanto en la formulación del problema como en el señalamiento de alternativas. Quizá en ningún otro campo la investigación ha estado tan eficazmente articulada a la denuncia. Y es que en el estudio de esa problemática están convergiendo los conceptos más lúcidos de la investigación latinoamericana en ciencias sociales -y en especial de la teoría de la dependencia- con propuestas que recogen una vasta experiencia política y de trabajo en el ámbito de la cultura. A este respecto quisiera únicamente plantear la necesidad de ahondar en el estudio de las estructuras de producción de la información, pero no sólo en la dimensión económica de estas estructuras, que ha sido la más estudiada hasta ahora, sino también en la dimensión política e ideológica. En la política me refiero a las formas particulares y concretas de relación entre la estructura transnacional de la información y las estructuras nacionales de poder, posición de las burguesías nacionales, conflictos entre diferentes fracciones de clase y evolución a este propósito de los diferentes partidos políticos.  En cuanto a la dimensión ideológica no me refiero al análisis ideológico de las noticias sino a los dispositivos ideológicos de enunciación-producción, esto es a la división social del trabajo en la producción de información, a la especialización de las profesiones y a la sofisticación de las tareas, todo lo cual se materializa en reglas de acción y de discurso que se presentan investidas de la neutralidad de la técnica enmascarando así las determinaciones sociales que las originan y rigen. Un ejemplo, que se ubica ya al final de la secuencia de producción, es el de los códigos que, en cuanto sistema de operaciones tecno-discursivas, regulan el hacer del camarógrafo y del editor de TV, y que les permiten diferenciar angulaciones, planos y formas de montaje que corresponden al discurso “informativo” por contraposición al resto de los discursos de Televisión es decir artísticos, de espectáculos, etc. Esos códigos trabajan desde una competencia profesional que, a semejanza de la competencia lingüística, consiste en un saber no consciente que el camarógrafo o el editor adquieren viviendo, haciendo su oficio, y a través del cual se materializa un modo de ver, esto es un imaginario socialmente producido. En todo ello encontramos la nueva forma que adquiere la vieja ideología de la objetividad, ahora reforzada por la magia de las nuevas tecnologías y de la jerga venida de la informática con las cuales de nuevo se convierte, fetichistamente, en propiedad o cualidad de las cosas lo que es un producido social. A la vez que se escamotea el hecho de que es la sociedad la que define, la que determina históricamente qué es objetivo y qué no lo es. De manera que si un discurso aparece como objetivo frente a otro es porque las reglas que definen su producción, y su consumo, están conformes a la definición social dominante no puede ser otra que la dictada por la racionalidad dominante.
De manera que cambiar realmente de información implicaría cambiar de objetividad. A cada “objetivo” su objetividad. Y la de la racionalidad dominante en nuestra sociedad opera bien material y concretamente en la clasificación-separación-organización de las tareas y los discursos. Necesitamos investigar esa ideología tecnocrática que permea y esteriliza muchos esfuerzos de contrainformación, de comunicación "alternativa", precisamente porque lo alternativo en ellas no llega a cuestionar verdaderamente las estructuras ideológico-políticas de la producción de la información.

Las nuevas tecnologías de comunicación
“La telemática, a diferencia de la electricidad, no transporta una corriente inerte  sino información, es decir poder”.
Informe Nora-Minc
El campo de las nuevas tecnología se está convirtiendo aceleradamente en uno de los enclaves económicos-políticos más decisivos del momento actual. En los países altamente industrializados un tercio del producto nacional bruto procede ya de la manufactura o el procesado de la información. Y por otra parte el desarrollo de esas tecnologías  está directamente ligado a la carrera armamentista y a la conquista espacial.

Las áreas sociales de experimentación y aplicación de las nuevas tecnologías de comunicación son principalmente:
- La automatización de los procesos productivos; su extensión refinamiento.
- La administración del Estado: computación de los ficheros cívico-policiales, esto es el paso a los ficheros preventivos y de "perfiles globales".
- La informática médica: que va de la computación en el manejo de aparatos altamente peligro hasta la "revolución" del ejercicio de la medicina con la automatización de toda clase de exámenes y análisis lo que disminuirá la necesidad de los especialistas.
- La enseñanza: la instrucción partida por computadoras "convertirá el saber en sólo saber buscar y utilizar".
- Los medios masivos: puesta en funcionamiento de los circuitos comunicativos que permiten el feed-back instantáneo aplicado tanto a la información para compra de mercancías como el disfrute de programas culturales.
Por la manera como el desarrollo de o tecnologías el visto y proclamado por los voceros del sistema, parecería que en ellas se encuentra la solución a crisis que atraviesa el capitalismo: la revolución tecnológica sería la única posible y desde luego la única eficaz. Los más optimistas piensan incluso que esas tecnologías ofrecen no sólo una salida a la crisis económica sino un avance importante en lo político: un nuevo modelo de democracia avanzada.
Los críticos andan en general bastante desconcertado. Y sin embargo pocas veces se ha hecho tan patente que la tecnología es algo más que un conjunto de herramientas, una racionalidad práctica, e incluso la materialización de un modelo social incluidas algunas de sus contradicciones. Mirarla así no implica en forma alguna el facilísimo fatalista y suicida del rechazo sino por el contrario la exigencia de un análisis especialmente lúdico de ese “nuevo” modelo de sociedad y del peso relativo pero cierto que esa tecnología tienen ya. Necesitamos de una investigación capaz de asumir la complejidad del reto que las tecnologías planten; que no lo relativice su eficiencia-fetiche  y la mistificación que produce -quizá  la verdadera eficacia de las nuevas tecnologías consista en hacer que el sistema social y la racionalidad que los sustentan salgan de las crisis intactos, y hasta reforzados- sino que sea capaz de poner al descubierto las virtualidades de transformación, las contradicciones que generan y por tanto las posibilidades de acción y la lucha que abren. Desglosando esa propuesta se puede señalar como especialmente importante de investigar:
- La transnacionalización de la telemática -fórmula francesa para nombrar telecomunicación más informática- no ya en el plano de la producción y el consumo de aparatos sino de la información en cuanto tal, esto es de la creación de "redes" multinacionales.
- Los riesgos para las libertades y los golpeados "derechos humanos" que se derivan de la centralización y funcionalización política de la información sobre la vida de los ciudadanos mediante la introducción de archivos electrónicos y las fichas de "perfiles globales" en las que se almacena inclinaciones, tendencias de personalidad, rasgos potenciales de los ciudadanos recogidas desde la adolescencia y que posteriormente podrán servir de "prueba" judicial o penal. El chantaje para obtener ese tipo de información está empezando ya a operar: si usted no suministra la información, no se deja fichar, no obtendrá la beca o el puesto de trabajo, etc.
- Los nuevos conflictos que provoca la remodelación de las condiciones de trabajo, en la disminución de la mano de obra necesaria y en la descalificación de ciertas tareas y la exigencia de cualificación máxima para otras, es decir la redistribución de las categorías y los niveles de decisión.
- La redefinición de las relaciones entre el Estado y los medios de comunicación merced a la aceleración de la concentración de poder en la grandes trasnacionales de la información y la remodelación de su rol mediador. Por el momento esas tecnologías y los procesos que provocan son un "privilegio" de los países ricos. Pero no se van a demorar en llegar a los países pobres. La lógica y la presión del imperialismo harán que una vez más los países pobres necesiten, deseen y busquen al precio que sea ponerse al día en "comunicaciones"... Y América Latina antes que otros, no sólo por la cercanía de la metrópoli sino por la manera en que los propios gobiernos -tanto democráticos como dictatoriales- han asumido “la importancia y la prioridad social de los fenómenos de comunicación”. Una vez más está preparada y justificada de antemano, y desde dentro, la invasión. Pero esta vez al menos los latinoamericanos tenemos la oportunidad de tomar conciencia del proceso desde su inicio, de estudiarlo en gestación para poder enfrentarlo preparados. Ojalá que esa oportunidad no se malgaste.

La Comunicación Participativa, Alternativa y Popular
Aunque dicho de muchas maneras y con alcances muy diversos, desde los utópicos hasta los ceñidos a posibilidades de intervención inmediatas, un propósito fundamental parece definir lo alternativo en materia de comunicación en Latinoamérica: transformar el proceso, la torna dominante y normal, de la comunicación social, para que sean las clases y los grupos dominados los que tomen la palabra. Y en ese sentido la comunicación alternativa no es aquí nada nuevo ya que desde las experiencias pioneras de Paulo Freire, proyectados después a multitud de grupos en todos los países del continente, la comunicación ha estado ligada más a la liberación del habla, de la actividad y la creatividad popular que a la potencia o el tipo de medios utilizados. Esto es importante precisamente para salirle al paso a la moda que nos llega reduciendo lo alternativo en comunicación a lo que se realiza en el ámbito de los medios masivos. No estoy afirmando que las alternativas de comunicación popular deban ser únicamente marginales a los grandes medios, que no puedan existir alternativas que involucren a los medios masivos, estoy alertando contra la ya vieja y peligrosa ilusión -mcluhiana- de que lo alternativo pueda venir del medio en si mismo. Frente a lo cual, y resumiendo las lecciones dejadas por un gran número de experiencias “alternativas” llevadas a cabo en países ricos y pobres, Vidal Beneyto afirma: "Lo alternativo o es popular o se degrada en juguete y/o en máquina de dominio. Y popular quiere decir que hace posible la expresión de las aspiraciones y expectativas colectivas producidas por y desde los grupos sociales de base,. Tanto mayoritarios como minoritario, tanto a nivel potente como latente".
Pero "lo popular" no es homogéneo, no es un "dato", y es necesario estudiarlo por tanto en el ambiguo y conflictivo proceso en que se produce y emerge hoy. De un lado está lo popular como memoria de otra economía, tanto política como simbólica, memoria de otra matriz cultural amordazada, negada. La que amarga en las prácticas que tienen lugar en las plazas de mercado campesino y aun urbano de Latinoamérica, en los cementerios, en las fiestas de pueblo y de barrio, etc. En todas esas prácticas se pueden rastrear ciertas señas de identidad a través de las cuales se expresa, se hace visible un discurso de resistencia y de réplica el discurso burgués. En pequeñas investigaciones sobre algunas de esas prácticas se hizo patente que esa memoria popular adquiere su sentido no desde la búsqueda de una recuperación nostálgica sino en la oposición a ese otro discurso que la niega y frente al que si afirma en una lucha desigual que remite al conflicto de las clases pero también más allá: al conflicto entre la economía de la abstracción mercantil y la del intercambio simbólico. Más que una alternativa en sí misma lo que esas prácticas populares nos muestran es el empobrecimiento radical de la comunicación cotidiana o festiva que trae con sigo la mercantilización de la existencia social. Un empobrecimiento interiorizado y al que estamos ya habituados que sólo la comunicación popular con su contraste escandaloso puede ayudarnos a reconocerlo. Y por otra parte esas prácticas nos plantean bien rudamente hacia donde deben apuntar las propuestas de una comunicación que se quiere realmente participativa, esto es que más que llevarle comunicación a las masas busque liberar su palabra.
De otro lado está lo popular-masivo: esto es lo masivo como negación y mediación histórica de lo popular. La “cultura masiva” es negación de lo popular en la medida en que es una cultura producida para las masas, para su masificación y control, esto es una cultura que tiende a negar las diferencias verdaderas, las conflictivas, reabsorbiendo y homogeneizando las identidades culturales de todo tipo. Lo masivo es entonces la imagen que la burguesía hace de las masas, o mejor la imagen de sí mismas que éstas deben interiorizar para que cotidianamente sea legitimada la dominación que aquella ejerce. En ese sentido la cultura masiva no es algo tan nuevo, no es más que la forma que adquiera actualmente, en el estadio del capitalismo monopólico, proyecto histórico que la burguesía produce para el pueblo desde finales del siglo XVIII al darse a si mismo proyecto de "clase universal".
Pero lo masivo es también medición histórica de lo popular porque no sólo los contenidos y las expresiones populares sino también las expectativas y los sistemas de valoración "gusto" popular están siendo moldeado por lo masivo de manera que, como ha dicho Dufrenne "es en esa cultura en la que hoy las masas invierten deseo y de la que extraen placer”. Y ello mal que nos pese a los universitarios o intelectuales que enmascaramos con demasiada frecuencia nuestros gustos tras de etiquetas políticas que nos permiten rechazar la cultura masiva a nombre de la alienación que ella produce, cuando en realidad ese rechazo es a la clase a la que le “gusta” esa cultura, a su experiencia vital otra, “vulgar” y escandalosa, a la que va dirigido.
Articulando negación y mediación encontramos que si bien lo masivo tiene mucho que ver con las modernas tecnologías de comunicación, tiene tanto o más que ver con “lo popular” en el sentido que esa expresión adquiere en el siglo XIX. Y entonces lo masivo no es algo completamente exterior, no es algo que venga a invadir lo popular desde fuera sino el desarrollo de ciertas virtualidades ya inscritas en lo popular mismo. Dicho de otra manera, ciertos paradigmas de la cultura masiva remiten a dispositivos de enunciación de lo popular que se configuran a lo largo del s. XIX. Así, frente a la prensa "seria" comienza a gestarse una prensa popular o "sensacionalista", y frente a la  HUMÁNITAS. Portal temático en Humanidades literatura culta aparece la literatura popular del folletín y los almanaques, de los relatos melodramáticos y de terror. Así también se gesta una iconografía popular en la que se plasma la vulgarización, la popularización de las "grandes obras" pictóricas o con la que se educa religiosa y políticamente, pero también aquella otra iconografía en la que se plasma la resistencia, el rechazo y la burla como en las caricaturas y los chistes gráficos.
La comunicación será alternativa en la medida en que suma la complejidad de esos procesos, si junto al lenguaje del medio se investigan los códigos de percepción y reconocimiento, los dispositivos de enunciación de lo popular, códigos y dispositivos en los que se materializan y expresan confundidos ya la memoria popular y el imaginario de masa. Y valga como argumento de lo dicho lo que me contó un profesional de la comunicación que trabajó durante años en Radio Sutatenza, la famosa red colombiana de emisoras de "acción cultural popular. Cuando las directivas de Radio Sutatenza hicieron su primera encuesta entre los campesinos había en ella una pregunta obvia: qué programa es el que oyen más a diario? A la que la respuesta mayoritaria fue: el rezo del rosario. Las directivas desconcertadas no podían explicarse que entre tantos programas educativos y prácticos, de información agrícola, de entretención, etc. fuera el rezo del rosario el que gozara de mayor audiencia. Y convencidos de que la respuesta se debía a fallas de la encuesta o de  los entrevistadores decidieron rehacerla y lanzarla de nuevo a los campesinos. A la segunda encuesta la respuesta fue la misma: el programa preferido por los campesinos era el rezo del rosario. Uno de los encuestadores se puso entonces a preguntarles directamente a los campesinos el por qué de esa preferencia, y la respuesta fue: “porque es el único programa en que podemos contestar a los de Bogotá, en el rezo del rosario ellos dicen una parte del avemaría y nosotros la otra, es el único programa en que no hablan ellos solos".
Cali, junio de 1980.
HUMÁNITAS. Portal temático en Humanidades

5. Principales textos consultados
*Informe final del Seminario sobre “La investigación de la comunicación en América Latina”, organizado por CIESPAL en Costa Rica.
*Informe de la Reunión de consulta sobre “Investigación en comunicación para el desarrollo rural en Latinoamérica”, Organizado por el CIID en Cali, Colombia, 1976.
* Informe Final de la Reunión de expertos sobre “Investigación en Comunicación en América Latina”, organizado por la UNESCO en Panamá.
Documentos de la Conferencia Inter- nacional sobre "Alternativas populares a las comunicaciones de masas”, celebrada  en  Cambrils-Barcelona, 1978.
*Informe provisional sobre Los problemas de la comunicación en la sociedad moderna, UNESCO-Comisión Internacional de Estudio de los Problemas de Comunicación, París,
*Documento sobre Fundamentación teórica de la carrera de comunicación social, UNAM-Xochimilco, México, 1979.
*Extractos del Informe NORA-MINC sobre la informatización de la sociedad, París, 1979.
*H. SCHMUCLER La investigación sobre comunicación y cultura, Nro. 4. Buenos Aires, 1975.
L.R. BELTRAN, La investigación en comunicación en HUMÁNITAS. Portal temático en Humanidades 1976. Premisas y métodos foráneos en la investigación sobre comunicación en Latinoamérica. mirneo, Caracas, 1976.
*M. PICCINI, La investigación sobre medios de comunicación social en América Latina. Situación actual y alternativas, mimeo, México, 1978.
*G. ROJAS, Notas sobre investigación y escuelas de comunicación mimeo, México, 1978.
*A.N. METOL, Los mecanismos de discurso: el campo del poder y las perspectivas de participación popular; CIESPAL, mimeo, Quito, 1978.
*J. BOSCO PINTO, La comunicación participatoria como pedagogía del cambio: fundamentos epistemológicos, CIESPAL, mimeo, Quito, 1976.
*J. MARTIN BARBERO, El debate Latinoamericano sobre comunicación masiva, en Comunicación masiva: discurso y poder, Ed. CIESPAL, Quito, 1978.
La investigación en las facultades de comunicación: una experiencia y un proyecto, ponencia en mimeo, México, 1979.
Prácticas de comunicación en la cultura popular, en publicación por la UNAM, México, 1980.
G.SE LSER, Apuntes sobre la necesidad de reexaminar las teorías sobre efectos de la comunicación a la luz de los últimos aportes críticos, ILET, mimeo, México, 1979.
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*R. SALINAS, Teorías de la comunicación, ponencia a mirneo, México, 1979.


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http://www.compoliticas.org/redes/pdf/redes3/16.pdf

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Comunicación e identidad en América Latina. Las fronteras culturales.
Autores: Philip Schlesinger / Nancy Morris

http://132.248.35.1/cultura/ponencias/ponen2faseindice/Philip.htm


La Teoría De La Comunicación En América Latina
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